21 de febrero de 2007

Huelga de huchas

El Gremio Nacional de Huchas se reunió esa tarde para depurar el borrador con las últimas decisiones. El presidente de la directiva, un cerdito de barro pintado de azul claro, que llevaba varias generaciones ahorrando el dinero de los vástagos de una familia de prestigio, saludó a los asistentes y se dirigió a la tarima que el sapo de lata había montado.

El cerdito solía adormecerse en las reuniones solemnes. El peso de las monedas que cargaba dentro le producía una sensación de llenura constante que, a su vez, desembocaba en un deseo irrefrenable de hacer la siesta cada dos por tres. Pese a ello, sus camaradas le apreciaban y confiaban en su reputación intachable: en todos los años que ejercía la profesión de cepo, nunca había perdido ni un solo céntimo, ni se había guardado para él ninguna moneda que no le perteneciera.

La audiencia esperó con un respetuoso silencio a que el presidente volviera del sueño fugaz.

- Estimados compañeros: –dijo, sin abrir del todo los ojos-. Nos hemos reunido en esta Asamblea General, para tomar decisiones definitivas sobre la huelga de huchas. Hizo una pausa. Empezaba a perderse en un dulce estado de somnolencia. Adoraba soñar que el auditorio le ovacionaba y cantaba coplas en su honor. Los asistentes no cantaron ni le aclamaron, pero sí le dedicaron su devoción con un larguísimo aplauso.

- La semana pasada –continuó- llegó a mis orejas la noticia de que se habían cometido atropellos y torturas insufribles con algunos de nuestros compañeros.

Las huchas se estremecieron. Era una pesadilla pensar que los ultrajes del pasado volvían a cometerse. En la escena apareció un caracol de porcelana con profundas cicatrices en el cuerpo. Tras una palmadita animosa en el cogote, el cerdo le cedió el micrófono para que narrara su testimonio.

- Hace días –su voz giraba como la espiral de su caparazón-, el hermano mayor de la niña que almacena su dinero en mi coraza, después de agitarme con absoluta violencia, me estrelló contra el suelo. Robó las monedas que la pequeña había depositado durante meses y se marchó sin auxiliarme. De vuelta a casa, la chiquilla se echó a llorar al encontrarme en piezas. Su padre tardó en reconstruirme varios días y gracias a su benevolencia estoy aquí, para contar mi historia. El muchacho negó la autoría del crimen y jamás recibió el castigo debido.

Los relatos del caracol envolvieron al porcino en un nuevo y efímero sopor. Pero le bastó escuchar la palabra “castigo” para despertar de golpe y berrear un “¡No lo permitiremos!”.

- ¡No lo permitiremos!, corearon los demás, levantando los puños y sacudiendo con fuerza el dinero que llevaban en las entrañas.
- ¡No lo permitiremos!, repitió con ímpetu el marrano, al tiempo que se le volvía a antojar una siesta allí, sobre el entablado. Con los párpados semiabiertos, ordenó al secretario que tomara nota.

ACTA DE RESOLUCIONES DEL GREMIO NACIONAL DE HUCHAS

RESOLUCIÓN PRIMERA. El Gremio Nacional de Huchas exige a sus propietarios un trato digno que excluya las agitaciones violentas, las roturas leves y graves, los accidentes intencionados, la sobrecarga de monedas y la desnutrición causada por depósitos de dinero miserables y/o poco frecuentes.

RESOLUCIÓN SEGUNDA: En todos los hogares del país deberá existir por lo menos una alcancía en uso constante. Esta resolución pretenderá reducir los altísimos niveles de desempleo que enfrenta el sector desde hace muchos años.

RESOLUCIÓN TERCERA. El Gremio de Huchas declara que ninguna alcancía, hucha o cepo podrá ser discriminado por el material del que esté fabricada, peso, tamaño, edad o género. En razón de este punto, no se desecharán las viejas alcancías de latón o de madera, ni se las destinará a sótanos o desvanes.

RESOLUCIÓN CUARTA. Toda hucha deberá llevar un dispositivo que permita al ahorrista sacar su dinero sin tener que causarle rupturas y otros daños severos. Un tapón, un candado o sistema digital que facilite la extracción mediante una clave o código, son los medios que proponemos.

RESOLUCIÓN QUINTA. Las monedas deberán ser legítimas y, en ningún caso se introducirá en nuestras hendiduras objetos extraños como botones o fichas de parchís. En todos los casos estará prohibida la introducción de cualquier tipo de papel, residuo o basura.

RESOLUCIÓN SEXTA: En caso de no ejercer el fiel cumplimiento de las resoluciones expuestas en un plazo de cuarenta y ocho horas, el Gremio de Huchas declarará una huelga nacional indefinida. Clausuraremos nuestras aberturas, aún si portáramos monedas, y nos marcharemos de los hogares hasta que nuestras exigencias se ejecuten.

Firman,

El presidente y demás miembros del Gremio.

4 comentarios:

Luz dijo...

Pau! Que bueno que tengas tu propio blog! No sabes como me alegro. Tu cuento esta precioso. Gracias por decidirte a compartir tus regalos con todos los que vengan a leerte.

Un cálido abrazo

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Una amiga me recomendó su blog y estoy impresionado en lo poco que he leído. Ni que decir tiene que regresaré para leerle como merece, ahora estoy desbordado, pero reciba de antemano mi felicitación por su venida a la blogosfera y por el temple de su pluma.

Saludos.

Pau dijo...

Luz, Goathemala: gracias por sus palabras. Es un verdadero placer tener tan buenas visitas en mi blog.

Lo que realmente espero es que se sientan a gusto y que disfruten tanto como yo estoy disfrutando :)

Un abrazo.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Ya lo he leído.

Magnífico y original. Escrito con esmero y muy ordenado. Me vendrá muy bien leerle, creo que aprenderé bastante.

Saludos.

Ninja!